La mujer, querido lector, encierra en sí un genio que están intentando anular, como hemos escuchado de Francis en el programa de radio. Y lo hacen, porque ella tiene las llaves de la vida, vida que quieren destruir las corrientes ideológicas de las feministas que mienten sin sombra de arrepentimiento cuando proclaman que quieren defender los derechos de la mujer.

Mienten porque nunca se pueden defender los derechos humanos pisoteando lo más humano que tenemos, la dignidad. Y la mujer tiene una dignidad sublime otorgada exclusivamente por Dios para ella. La mujer tiene la fábrica de la vida y por esto es la gran perseguida.

A las jóvenes las convencen que la realización se logra mediante el éxito laboral, posponiendo la llegada de hijos o convenciéndolas que se vive mejor sin ellos. Mentiras, querido lector, que van dejando heridas cuyo dolor emana con los años, cuando ya tan sólo queda mirar hacia atrás contemplando toda una vida de éxitos, de aplausos, de esfuerzos por alcanzar la cima, una vida de diversión, de viajes, de ocio… pero una vida vacía que culminará en la más oscura y penosa soledad.

La maternidad, ese don precioso, despreciado por esta cultura del bienestar, hace de la mujer una figura indispensable en una sociedad que envejece y muere sepultada por sus propios egoísmos.

A nosotros nos toca, querido lector, luchar contra esta cultura de la muerte y hacer brillar la verdadera dignidad de la mujer, su feminidad, complementaria de la masculinidad, creada para vivir en perfecta comunión de amor.

A nosotros nos queda seguir enseñando a las nuevas generaciones los verdaderos valores que sostienen nuestra existencia, y, como nos recuerda nuestro invitado, Francis Martínez Peñaranda, mostrar la belleza de la maternidad.

No dejemos que caigan los niños en esta mentalidad vacía que está llevando a esta sociedad a un ambiente inhumano, porque, como nos dice el Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia:

las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta… saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral”.

Lo hacemos y lo seguiremos haciendo por ellos, por estos menores indefensos que son fruto de nuestro amor, de nuestra entrega y dedicación, a los que siempre defenderemos porque …. SON NUESTROS HIJOS

Un saludo y hasta la próxima cita:

Alicia Beatriz Montes Ferrer

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