Querido lector:
Decía Victor Franklin que el éxito, como la felicidad, no se puede perseguir; se debe atraer mediante la dedicación a una causa mayor que uno mismo. Y esto es lo que hizo nuestro querido Pedro Trevijano, que partió a un mundo mejor y a quien van dirigidas estas palabras.
Yo no tuve el privilegio de conocerlo personalmente, pero sí he sabido de él por sus escritos, y opiniones de otros.
Dicen que siempre estaba contento, con un enorme sentido del humor, regalando sonrisas por donde iba, incluso cuando ya estaba grave su enfermedad.
Dicen que trabajaba como una hormiguita, sin descanso, redactando artículos y realizando muchas obras de bien y amor por los demás.
Pero, sobre todo, me quedo con su trabajo incansable de lucha por defender a los niños y adolescentes del gigante ideológico que él supo ver venir mucho antes de que lo tuviésemos encima. Si, querido lector, Pedro Trevijano batalló como un guerrero contra la ideología de género a la que calificaba como “diabólica”, publicó libros sobre este tema y se sumó a la Asociación Educadores Contra el Adoctrinamiento.
Pedro sabía muy bien que su misión era la de defender la verdad y hacia ese fin dedicó su vida. No sólo se entregó por amor a Dios al sacerdocio, iluminando a su alrededor con la luz que da el Espíritu Santo por medio de los sacramentos, si no que lo hizo adentrándose en los problemas morales que aplastan a nuestra sociedad. Alzó la voz sin miedo contra todos aquellos que quieren destruir la unidad de la familia, contra las feministas, contra los que están introduciendo en la mente de los menores las mentiras del cambio de sexo, o contra el drama al que empujan a las mujeres con el aborto.
Pedro no tiraba la toalla, era un luchador con la espada en alto, firme, porque sabía que él estaba en el equipo del ganador, porque sabía que la batalla contra el demonio, padre de la mentira y del mal, ya había sido vencida por Cristo. Y hacia Él encaminó sus pasos, hacia la vida eterna, donde esperamos que goce junto con todos los hombres que han pasado por este mundo haciendo el bien.
Querido Pedro, desde la Asociación ECA rezamos por tu eterno descanso, con el deseo de que desde allí nos puedas echar una mano, o las dos, para continuar defendiendo la verdad como tú lo hiciste, defendiendo a los menores de tanto mal que les acecha, lo hacemos por ellos, porque… son nuestros hijos.
Un saludo y hasta la próxima cita:
Alicia Beatriz Montes Ferrer
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